He reservado este espacio para contarles un poco sobre mi historia y cómo logré superar problemas de sobrepeso mediante varios métodos para adelgazar. Como muchos de ustedes, experimenté dificultades relacionadas con el peso durante mi adolescencia.
Practicaba deporte regularmente, pero no prestaba mucha atención a una alimentación saludable. Sin embargo, las circunstancias cambiaron cuando comencé la universidad y me lesioné, lo que me alejó del deporte durante meses.
Desafortunadamente, sufrí recaídas en la lesión en dos ocasiones y, siguiendo consejos médicos, dejé de practicar el deporte que tanto había amado durante años. Entré en un círculo vicioso en el que consumía alimentos sin quemarlos debido a la falta de actividad física, y poco a poco comencé a ganar peso. Fue en enero de 2022, después de alcanzar los 125 kilos y pasar por varios momentos difíciles, que decidí tomar medidas para cambiar mi situación.
Decidí buscar ayuda profesional en el ámbito de la nutrición para abordar mi pérdida de peso de manera adecuada. Me di cuenta de que mentalmente esta situación me estaba afectando negativamente, y cualquier ansiedad que pudiera surgir por no comer lo que quisiera sería menor que lo que estaba experimentando en ese momento.
Durante mi primera visita, el nutricionista evaluó mi situación según mi peso, altura y las posibles consecuencias si continuaba en ese camino. Me solicitó análisis y me presentó un plan de dieta personalizado. Las pautas incluían una dieta cetogénica con una baja ingesta de carbohidratos y prácticamente nula ingesta de azúcares.
Los únicos carbohidratos que consumía eran unas tostadas en el desayuno y la merienda. El resto del día, mi alimentación se basaba en proteínas como carne, huevos, pescado, etc., así como verduras. Fue un desafío no poder comer frutas durante este proceso, excepto algunas excepciones como el aguacate.
En mi mente, todo tenía sentido. Había superado los límites y ahora estaba enfrentando las consecuencias. Era el momento de una terapia de choque.
Programé visitas semanales, alternando entre consultas con el nutricionista para pesarme y discutir cualquier problema o duda, y sesiones de tratamiento para quemar grasa mediante el uso de L-Carnitina y extractos de alcachofa para prevenir la flacidez de la piel.
A los tres días de seguir la dieta, mi cuerpo comenzó a experimentar cambios y me sentía cansado, pero el nutricionista me había advertido que era parte del proceso de cetosis que estaba ocurriendo en mi cuerpo. A medida que avanzaba, me pesaba regularmente y encontraba motivación en los resultados.
Durante los primeros meses, perdía un promedio de 4 kilos mensuales y mi motivación estaba en su punto máximo. Incluso podía salir a cenar con amigos (a quienes agradezco su comprensión) y elegir opciones que se ajustaran a mi dieta. Era increíble. ¡Incluso disfrutaba de ello!
Estaba tan motivado que incluso llevaba un seguimiento detallado de mi progresión a lo largo de los meses mediante una hoja de cálculo.
A medida que pasaban los meses, fui incorporando diversas rutinas de ejercicio a mi régimen, incluyendo entrenamientos de fuerza, actividades aeróbicas y más. Cada vez me sentía más enérgico y motivado para mantenerme activo y fortalecer mi cuerpo.
Llegaron las esperadas navidades, y con gran satisfacción, mi nutricionista me felicitó por alcanzar mi objetivo de peso, que era bajar de 85 kilogramos. Esto marcaba el inicio de la fase de mantenimiento, donde se me permitía disfrutar de las festividades y comer lo que quisiera durante esos días. Posteriormente, seguiría un plan de “dieta normal” con algunas pautas a seguir. Recuerdo que me resultó curioso, ya que estas pautas simplemente implicaban comer arroz una vez por semana, pasta una vez por semana, patatas una vez por semana, ¡e incluso podía darme el lujo de disfrutar de un croissant en una mañana! Las lágrimas de alegría brotaron de mis ojos.
En ese momento, reflexioné sobre lo mal que vivimos en la sociedad actual, donde consideramos que “hacer dieta” implica simplemente comer de manera saludable y equilibrada. Hoy en día, gracias a que he mantenido buenos hábitos alimenticios y una rutina de ejercicio constante, puedo afirmar con seguridad que la obesidad ha quedado atrás en mi vida.
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